lunes, 25 de octubre de 2010

Solo quedan 15 funciones

Así lo vio Gabriel Calderón







Fui desprevenido a ver Electra.



Cuando digo desprevenido



hablo de inocencia e ingenuidad.



No sabía lo que me esperaba.



No soy un gran lector de tragedias griegas



incluso me animo a decir que nunca vi una tragedia



al menos una que generara un impacto



algún motivo para ser recordada



hasta ahora.



Quiero decir que Electra



dirigido por Marisa Bentancour es una gran clase de teatro



Deberíamos ir y aprender y aprehender todo lo que allí está condensado



Cuando hablamos de belleza



Cuando hablamos de pasión



Cuando hablamos de actuación



Cuando hablamos de ritual



Cuando hablamos de espacio



Cuando hablamos de luz



Cuando hablamos de la voz



Cuando hablamos de disciplina



Cuando hablamos de armonía



Cuando hablamos de compromiso



Cuando hablamos de riesgo.





Sé que puedo sonar exagerado pero quiere ser honesto, si hablamos de gusto-


odio referirme a las cosas por el gusto, pero sirve- no me gusta mucho la


tragedia, no me siento identificado con el ritual de los griegos, con sus


textos, simplemente no pertenece a mi mundo sensible inmediato. ¡Pero cómo


se aprende cuando uno se enfrenta a una obra de arte! Digo que Electra es


teatro porque convence, te envuelve en un ritual, en un tipo de teatro y


trabajo que, aunque no me sea propio, te mueve la estructura hasta sentir


que ese dolor sale de los propios huesos de uno. Cuando un trabajo está bien


hecho, aunque no pertenezca a nuestro abanico sensible o de interés, nos


atrapa y nos revuelca con su contundencia. Una contundencia bella de cuerpos


moviéndose mientras terribles palabras son dichas, una contundencia de


lágrimas, iras y pasiones con conflictos que nos son, aparentemente, ajenos.


La contundencia y belleza del buen teatro es la que nos acaba de pasar por


arriba.





Gracias a Marisa y a todo su equipo por hacer TEATRO.