martes, 8 de marzo de 2011

Vuelve por cuatro fines de semanas "Electra"


Los invitamos a que recorran las impresiones que ha dejado este espectáculo

en nosotros, en el público, en nuestros colegas y en la crítica

Y los esperamos para compartir este ciclo

en el marco de los

10 años del Instituto de Actuación de Montevideo

Sábado 19 de marzo al 10 de abril

Espacio Palermo 1631- tel. :24186867 – 24107627.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Y solo quedan tres funciones!!!!!!





Así la vio
Ricardo Scagliola


Lo vemos todos los días en los noticieros: personas que lloran en cámara pidiendo justicia por una muerte sin razón, manifestaciones silenciosas que reclaman verdad, madres que esperan encontrar un día el cadáver de los suyos y poner un nombre en su tumba. Lo vemos todos los días en los noticieros, y ya no nos asombra. No nos sorprende hablar de la muerte, el castigo, la memoria, la verdad (y su antítesis, la mentira), la justicia, la reconciliación, la venganza y el dolor. Ya no nos alarma. Nos perdernos en ese peligroso umbral de los conceptos y las palabras, donde se confunden a veces como idénticos conceptos que no lo son, y donde es difícil trazar la línea sutil que separa el acierto del error, el débil del fuerte, la memoria del olvido. Nos la dibujan.

En momentos en que la baja de la edad de inimputabilidad y la impunidad centran el debate político en el Uruguay, enfrentando al gobierno con el mismo gobierno y al gobierno con la oposición y a la oposición con la oposición poniendo a consideración de la ciudadanía nuevos y curiosos análisis sobre conceptos como la justicia y el dolor, la puesta en escena de Electra en Espacio Palermo nos devuelve el ruido de una historia que sentimos como propia. Nos habla de lo establecido y por establecerse, nos representa la memoria y nos sugiere la necesidad omnímoda de crear relatos que expliquen quiénes somos y qué nos pasa. Para esta Electra, la de Marisa Bentancur, pudo haber sido el padre, el hermano o cualquier otro ser querido, pero este personaje tiene sed de venganza de aquello que la justicia no encarrila. No puede o no quiere encarrilar.

No es Hamlet a la griega, porque Electra no lo duda: tiene clarísimo desde el primer momento lo que hay que hacer. Tampoco es Antígona. Si Antígona es una tragedia de acción, Electra es una tragedia de espera. ¿Qué espera Electra, entonces? Que vuelva Orestes para vengar la muerte de su padre, Agamenón, a manos de Clitemnestra, madre de ambos, y Egisto, su amante. ¿Y por qué no lo hace ella misma? Esa tarea, nos dicen, le corresponde a Orestes, el primogénito, que está exiliado. La cadena del crimen y la venganza se torna en el argumento central de esta tragedia. En el medio la subversión de la familia. La soledad de una mujer, entre todas las mujeres. La abdicación, el entreguismo, la heroicidad, el menosprecio.

Lo que vio Sófocles hace más de dos mil años, lo podemos ver hoy en la televisión, lo podemos escuchar en la radio, ¡y hasta lo podemos bajar de Internet!. Cambian los escenarios, se encuentran nuevas justificaciones, son otros los perfiles de los personajes, pero la naturaleza humana sigue siendo la misma. Electra nos lo recuerda, y más aún, nos enseña que aún con sus miserias, sus palabras, sus llantos, sus risas y sus gritos, vale la pena. Porque errar es humano (vaya si será humano), pero aprender tiene que ser necesariamente divino. Es la única ley que está escrita para siempre: la del devenir de los tiempos. Y no se trata de abrir tumbas para desenterrar a los muertos. Es la historia robada a muchos vivos. Es la historia misma.!

domingo, 14 de noviembre de 2010

¡Sólo quedan seis funciones!



Así la vio Francisco Simaldoni



Me reencuentro contigo ayer a través de Electra, que aún no había podido ver. La puesta, las voces, el trabajo grupal, la fina e inteligente interpretación de Electra, la profunda búsqueda de los actores para conectarse con el texto, el trabajo del coro que nunca decae, me impactaron tan positivamente, que ya he recomendado esta obra a muchas personas que sé que la apreciarán.



Emocionado aún y agradecido por el trabajo de este elenco bajo tu dirección, te escribo este breve mensaje para hacerte llegar mis felicitaciones en un cordial abrazo.



Así la vio Jorge Arias



La verdad sólo alcanza la vida cuando se yergue contra los poderes


En "Electra" tañe la campana de la memoria; y siempre es un sonido subversivo. Llama a entierro y sepultura, señala la hora fugaz, alarma: no nos deja dormir. Cada vez que Gabriela Iribarren (Electra) volvía sobre sí misma, recordamos la lucha contra el olvido de nuestras Electras.


A través de la escritura de Sófocles las actrices condujeron la acción.


Madres, esposas, hijas que lograron parir desde el silencio de su interior hasta la calle y los juzgados penales, la verdad que no puede vivir de oscuridad y olvido. Sófocles hace evidente que a la verdad no le alcanza con que la poseamos; la antorcha no debe ponerse bajo el almud.


Porque tanta verdad hay en la sumisión de Crisotemis (Vicky Rodríguez) como en los desvelos de Electra en la soledad de sus habitaciones; pero la verdad sólo alcanza la vida cuando se yergue contra los poderes, y Electra se encuentra a sí misma cuando, con toda precisión, le recuerda a Clitemnestra la razón del sacrificio de Ifigenia. Sófocles ­ estrenó la obra Electra, según se estima por la comparación con el estilo de "Filoctetes", en plena guerra del Peloponeso con Esparta, y probablemente Atenas bajo el gobierno de los "Cuatrocientos", conservadores y proespartanos. El regreso de Orestes debió significar la rebelión de la flota bajo Trasíbulo, volver a la libertad perdida. Un estremecimiento patriótico pasa de Argos a Atenas; y sus últimos temblores llegan hasta nosotros.


Vimos el estreno de esta obra en el teatro Renascença de Porto Alegre (setiembre 2010); comprendemos ahora que el Espacio Palermo, con su sugestión de aire libre y hasta de vientos que suceden, era el escenario natural de esta puesta en escena de Marisa Bentancur, impecable, bien meditada y poderosamente comunicativa. Las gradas de la escenografía (Adán Torres) sugirieron las puertas del palacio de Argos, una plaza, unos caminos, una parte de un enorme sepulcro, lugar sagrado donde se llega con ofrendas. El coro, necesariamente femenino, debe cantar y entablar con Electra un diálogo que desprende chispas; y lo hizo ahora mejor, más al unísono y por ello más comprensible. Los personajes masculinos, Lucas Barreiro, Gustavo Suárez y Gustavo Bianchi se aproximaron satisfactoriamente al nivel requerido por la dirección.


Pero el destino quiso que esta puesta en escena de Electra, como la empresa de las Electras que mentamos al comienzo de la nota, fuera más que nada, como fue "Las troyanas", una empresa femenina. Las actrices, a través de la escritura de Sófocles y con sus méritos como intérpretes, condujeron la acción. Rosa Simonelli como Clitemnestra alcanzó la terrible estatura del personaje, y Vicky Rodríguez dio el alma de la delicada y al fin valerosa Crisotemis. Al fin, pero no lo menos, Gabriela Iribarren como Electra alcanzó el punto más alto de su ya larga y valiosa carrera de intérprete. De perfecta dicción, su voz musical sonó a la vez a himno y a verdad, como si sus palabras, nunca subidas de tono y nunca plañideras pero siempre elocuentes, vinieran del corazón, no ya de los labios, de la misma Electra.

lunes, 8 de noviembre de 2010

¡Solo quedan tres fines de semana!




Así la vio

Rafael Pineda
Poeta y diplomático de Republica Dominicana

Electra, una apuesta de Marisa Bentancur

MONTEVIDEO, Uruguay- Hoy fui al teatro a ver una de las grandes tragedias griegas. Género por el que particularmente me siento atraído. Me gustan las creaciones de esa época. En esta ocasión la propuesta fue Electra. Escrita por Sófocles en una fecha que aún no se ha podido determinar, representada, según la historia del arte, hacia el año 418 antes de Cristo.

He leído y he visto mucho teatro griego, en diferentes versiones y en varios países. Hasta pudiera decir que cada país tiene una interpretación distinta de las mismas obras. Sin lugar a dudas la que he presenciado hoy constituye una de las mejores puestas en escena. Está dirigida por Marisa Bentancur, quien proyecta para esta pieza una programación de veinte representaciones en “Espacio Palermo”, el teatro de la calle Isla de Flores, de la ciudad de Montevideo.

Me gustó el trabajo de dirección realizado por Bentancur, quien posee una sólida carrera en el arte dramático como actriz, docente y directora. Ha dirigido otros espectáculos de teatro griego, entre los que destaca Las Troyanas, de Eurípides, ha obtenido numerosos galardones, nominada varias veces a los premios Florencio, y ha destacado en el Festival de Teatro de Porto Alegre, en Brasil.

Cabe destacar el aprovechado esfuerzo del elenco que encabeza la magnífica actriz Gabriela Iribarren en el papel de Electra, secundada por Lucas Barreiro como Orestes, Gustavo Suárez, como Preceptor, Rosa Simonelli en el papel de Clitemnestra, Vicky Rodríguez como Crisotemis, Gustavo Bianchi en el papel de Egisto y un formidable coro de doncellas argivas formado por Danna Liberman, Liliana Curto, Vicky Novick, Paola Ferreira, María Inés Dutour y Daniela Mosca.

Marisa Bentancur a través del estudio de la sicología de los personajes “sofoclianos“, consigue conquistar el interés del espectador. Provoca en éste la sensación de que ha correspondido a una convocatoria donde se apuntalan hechos reales y tan abominables que a lo largo de la historia minaron el equilibrio de la sociedad.
Con Electra, el registro de los actos ignominiosos del pasado, la directora uruguaya ha obtenido un notable acierto escénico.

Me provocó interés desde el principio y considero adecuado que en el lanzamiento de la obra figure la expresión “Un compromiso con la memoria”.

A lo largo de la evolución social, millones de crímenes quedaron sin castigo. Sófocles, al escribir esta obra, indudablemente que estaba asumiendo un compromiso con la verdad y con la justicia. Bentancur asume y nos muestra ese compromiso del dramaturgo griego.

Sófocles tomó para sí con entereza la experiencia de su tiempo y condujo a sus personajes a actuar justicieramente. En su muy lograda puesta en escena, Marisa Bentancur recalca el propósito de llegar hasta el fondo de la justicia, que es lo que finalmente ha fertilizado el tránsito histórico hacia un estadio superior.


Los actores se dejan llevar y con gran naturalidad, con desplazamientos contagiosos, nos muestran el proceso del aniquilamiento del rey Agamenón, la expulsión de Orestes y la continua humillación de Electra por parte de la madre infiel y de su cómplice Egisto, amante y co autor de los crímenes.

Rosa Simonelli se involucra en el personaje de Clitemnestra, logra responder a los requerimientos de asumir la sicología de una mujer que protagoniza hechos tan condenables. La sociedad, representada en el incisivo coro, nunca le perdona haber traicionado las tradiciones del pueblo.

Electra hace resistencia contra la madre y su amante, mientras Orestes desde el exilio promueve la rebelión contra los usurpadores del trono, organizando un movimiento que concluye con su regreso a la tierra que lo vio nacer y con el ajusticiamiento de los traidores.

Una lección que nos lega la cultura griega desde muchísimo tiempo y que Marisa Bentancur nos trae con una carga de vitalidad, actualizando una puesta en escena cónsona con los mejores preceptos de nuestra época.

La tragedia griega no muere. Hoy tiene tanta actualidad como ayer. Las obras de Sófocles como las de Eurípides siguen siendo representadas en todas partes del mundo. Sus mensajes tienen cada vez más presencia y no faltan directores como Bentancur que se encargan de mantener vigente ese pensamiento que ayuda a fortalecer la
democracia y la justicia infinita.

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martes, 2 de noviembre de 2010

Solo faltan 12 funciones

















Algún secreto para compartir

Porto Alegre
26 de setiembre de 2010

Detrás del espejo vive un duende que todo lo sabe. Un duende que maquilla el espíritu y nos preserva de las pequeñeces de la existencia diaria.
El teatro es exigente como la mejor de las amantes y la entrega es total, es la profesión de las máscaras, es el trabajo de los que soñamos despiertos.
Es la oportunidad que aguardamos los que pedimos un poco más de luz al sentido de nuestras vidas.
Es el arte que se instala en nuestro corazón, hasta el último suspiro.
Hoy termina y comienza nuestro viaje, siempre está comenzando.
Hoy nos despedimos del que entró en este espacio y saludamos al que se va transformado.
Gracias siempre gracias a todos y cada uno, que nunca se pierda la magia, que nada nos haga bajar los brazos.
Y que el trabajo sea encontrarnos desde el alma para construir el espacio mágico en cualquier sitio donde estemos.
Felíz función...

Aquí estoy, afuera del teatro, el viento sopla fuerte, las hojas me hablan de ustedes que están ahí contando nuestra historia, de pronto un silencio en el alma me avisa que ya empezó, que los brazos danzan en el aire, que el Preceptor y Orestes esperan, que sus voces llenan el espacio, que Electra llora sin cesar, es raro no verlos, tan raro como necesario. El cielo está oscuro, las rejas me rodean y el viento sopla cada vez mas fuerte supongo que conversan y se conmueven como ustedes allí en nuestra Micenas.
Aquí el otro mundo se mueve sin sentir, unos gritos lejanos me avisan que hay algunos que están felices, que muchos no nos conocen, que otros duermen y las hojas se siguen moviendo.
En un rincón, en el piso, acompañada de un cigarrillo, con las manos frías, los pies calientes y el espíritu en armonía sueño con nuestro reencuentro.
Prendo otro cigarro (me traje solo dos) temo que no pueda resistir afuera pero el corazón me late tranquilo y mi cuerpo esta inmóvil como el árbol gigantesco que tengo enfrente. La tierra no me cuenta historias… me sostiene como cada uno de sus abrazos.
Nos veremos a la salida… me contarán cosas…y seguiremos nuestro viaje, en nuestra casa, en nuestro hogar, con nuestra gente…
El domingo o el miércoles nos volveremos a ver, mantengamos un pequeño fuego encendido para cuando nos toquemos la próxima vez.
Besos a todos
Marisa

lunes, 25 de octubre de 2010

Solo quedan 15 funciones

Así lo vio Gabriel Calderón







Fui desprevenido a ver Electra.



Cuando digo desprevenido



hablo de inocencia e ingenuidad.



No sabía lo que me esperaba.



No soy un gran lector de tragedias griegas



incluso me animo a decir que nunca vi una tragedia



al menos una que generara un impacto



algún motivo para ser recordada



hasta ahora.



Quiero decir que Electra



dirigido por Marisa Bentancour es una gran clase de teatro



Deberíamos ir y aprender y aprehender todo lo que allí está condensado



Cuando hablamos de belleza



Cuando hablamos de pasión



Cuando hablamos de actuación



Cuando hablamos de ritual



Cuando hablamos de espacio



Cuando hablamos de luz



Cuando hablamos de la voz



Cuando hablamos de disciplina



Cuando hablamos de armonía



Cuando hablamos de compromiso



Cuando hablamos de riesgo.





Sé que puedo sonar exagerado pero quiere ser honesto, si hablamos de gusto-


odio referirme a las cosas por el gusto, pero sirve- no me gusta mucho la


tragedia, no me siento identificado con el ritual de los griegos, con sus


textos, simplemente no pertenece a mi mundo sensible inmediato. ¡Pero cómo


se aprende cuando uno se enfrenta a una obra de arte! Digo que Electra es


teatro porque convence, te envuelve en un ritual, en un tipo de teatro y


trabajo que, aunque no me sea propio, te mueve la estructura hasta sentir


que ese dolor sale de los propios huesos de uno. Cuando un trabajo está bien


hecho, aunque no pertenezca a nuestro abanico sensible o de interés, nos


atrapa y nos revuelca con su contundencia. Una contundencia bella de cuerpos


moviéndose mientras terribles palabras son dichas, una contundencia de


lágrimas, iras y pasiones con conflictos que nos son, aparentemente, ajenos.


La contundencia y belleza del buen teatro es la que nos acaba de pasar por


arriba.





Gracias a Marisa y a todo su equipo por hacer TEATRO.






jueves, 21 de octubre de 2010

Así la vio Jorge Arbeleche

“El espectáculo que se exhibe en el espacio Palermo, una excelente versión de Electra de Sófocles, realizada y dirigida por Marisa Bentancur es una muestra de teatro con mayúscula, ideal para estudiantes, docentes y todo público, porque refleja la vigencia de un clásico de trágica contemporaneidad: allí el tema del olvido, la memoria, la culpa y la justicia, están más evidentes que en nuestros noticieros o titulares de periódicos. Eso en cuanto a la excelencia de su adaptación y dirección, que ha sabido elegir una intérprete de voz y presencia excepcionales como es Gabriela Iribarren, figura trágica por excelencia. Pero además, debemos reparar en las impecables actitudes del coro en todas sus manifestaciones, desde las vocales hasta las coreográficas y las plásticas, que por momentos recuerdan las figuras de las cariátides y de los frisos del Partenón. El resto del elenco y los demás rubros, como la iluminación, vestuario y música acompañan una muestra del mejor teatro que se está haciendo en estos días en Montevideo. Lo recomiendo con énfasis y alegría.”